Segunda semana.

No voy a mentirte, ha sido una tortura.

Inicio el día con la voluntad de olvidarte, de dejar de sentir cosas por ti, de subir de nueva cuenta a ese auto que manejaba a toda velocidad hacia un precipicio, y que detuve sólo para intentarlo otra vez, sólo para estar a tu lado. ¿Recuerdas? Solíamos pensar que éramos esa señal divina que le pedimos al cielo.

Me levanto y camino al trabajo (se me ha hecho costumbre caminar y caminar), y apenas al llegar desearía escapar. No, no lo odio, sabes bien que me gusta mucho lo que hago, pero se me ha vuelto difícil permanecer estática en un sitio y concentrarme en una sola cosa a la vez. Mi mente divaga, se pregunta miles de cosas, debo levantarme cientos de veces, salgo muchas de ellas a fumar, mis manos no paran de temblar, y la maldición de las 4am pareciera no acabar.

Siento el cerebro adormecido, lento, atascado. Mis emociones están apagadas, me resulta difícil disfrutar lo que sea.

Vuelvo a casa caminando, al llegar no puedo quedarme quieta y salgo a caminar de nuevo con Pashmina, que me mira atentamente. ¿Entenderá que ya nunca volveremos a verte?

No tengo ánimo para escuchar música, tejer, leer, comer ni escribir. No he limpiado mi cuarto en días, y aseo la casa apenas lo necesario. Cuando comienza a anochecer, me recuesto en el sillón o en mi cama, esperando que me venza el sueño, sin éxito. Mis amigos me han enviado música relajante que no me ayuda en nada… Sencillamente, no puedo dormir.

En el trabajo, mis amigas y mi jefa me miran con una mezcla de preocupación y tristeza. Noto su alegría cuando me ven sonreír por algo, pareciera que pensaran «al fin, ya está bien»… Para darse cuenta inmediatamente de que no, no lo estoy.

Te extraño.

Extraño mirarte, dormir contigo, cobijarte, abrazarte a mitad de la noche, mirar películas contigo, salir a bailar, cantar como locos en el auto, cocinar algo para ti, caminar de tu mano, transmitirte mi calor…

Y sí, más de 10 veces al día me pregunto si quizá, remotamente, me extrañas igual. Más de 10 veces al día contengo mis ganas de escribirte, de llamarte, de pedirte una vez más que nos demos otra oportunidad.

Escucho canciones que quisiera dedicarte, leo frases que quisiera escribirte, encuentro poemas que me hacen pensarte.

Sé que debería soltarte, y no puedo… No quiero. No estoy lista… Y la verdad, no sé si un día lo estaré.

2 respuestas a “Segunda semana.

Add yours

  1. ¿Habéis notado que lo que escribís extrañar son puras acciones vuestras?
    Quizá vuestro inconsciente os trata de indicar que del susodicho para vos no habría nada que extrañar, que habéis idealizado a un mortal que tenía defectos como todos los demás… Es aquí donde os pregunto, ¿nada hay que extrañéis de vos misma?

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar